Preguntas frecuentes

Parapente

Un parapente es una aeronave construida sólo de tela y cuerdas con lo que es posible despegar y aterrizar a pie (sin ruedas). La campana tiene forma de ala, con un perfil igual que las de los aviones, y, al igual que las de éstos, proporciona sostén a partir de cierta velocidad. Abierta, el ala tiene una superficie de cerca de 30 metros cuadrados. Plegada, la puedes meter junto con los accesorios (botas, casco, abrigo,…) dentro de una mochila grande.

 

La diferencia esencial es el uso al que está destinado: el parapente es para salir a volar desde una montaña, o remolcado con un cable, y volar tanto rato y tan lejos como sea posible. El paracaídas es para abrirlo después de un rato de caída libre y bajar lo más rápidamente posible (dentro de unos límites, ¡claro!) hasta el campo de aterrizaje para poder volver a dar otro salto.
Esta diferencia esencial en el uso que se les pretende dar ha hecho que, desde un origen común, el parapente y el paracaídas hayan evolucionado hasta convertirse en aparatos completamente diferentes. Si intentáramos abrir un parapente para detener una caída libre se reventaría. Por otro lado, un paracaídas no nos permitiría hacer los vuelos que se pueden realizar en parapente, pues así como un parapente tiene una razón de planeo de 7:1 (avanza siete metros por cada metro que cae), los paracaídas apenas si llegan a 3:1.

Llevas en las manos dos anillas que están unidas en la parte trasera del ala (borde de escape). Al bajar la mano izquierda, se baja la parte izquierda del borde de la fuga. Esto hace que la parte izquierda del ala se frene y gires a la izquierda. Estirando de las dos anillas a la vez frenas, volviendo a levantar las manos aceleras.
El parapente tiene una propiedad especial que no comparte con ninguna otra aeronave: al soltar los mandos se pone inmediatamente de pie y vuela en línea recta. Esto hace que sea la aeronave más fácil de pilotar, pues no exige tanta sensibilidad a los mandos como, por ejemplo, un ala delta o una avioneta.

En los Pirineos es habitual volar a 3.500 o 4.000 metros de altura. A la Sierra Nevada llegaron hasta los 5.500. En algunas zonas de vuelo de Sudáfrica es habitual llegar a los 6.000 metros.
Pero el verdadero objetivo de los pilotos, y el motivo por el que se molestan en ganar estas alturas astronómicas (¡con el frío que hace!), es volar lejos y realizar grandes recorridos. El récord de Cataluña de distancia lo tiene Josep Antòn Solís con un vuelo de 142 Km. desde Àger (cerca de Balaguer) hasta Molló (cerca de Camprodon). El récord del mundo pasa de los 500 km.
Evidentemente, para conseguir estas distancias es necesaria habilidad y experiencia. Los vuelos de los principiantes, siempre de bajada, difícilmente pasan de los cinco o seis kilómetros que pueden separar la salida del aterrizaje.

El récord de permanencia pasa de las 24 horas y la Federación Aeronáutica Internacional (organismo encargado de estos asuntos) ya no acepta récords en esta categoría.
Los buenos pilotos vuelan entre dos y ocho horas cada día de verano. Los vuelos de los principiantes no suelen durar más de doce minutos.

Es posible salir de casi cualquier sitio inclinado suficientemente libre de obstáculos. Casi todas las cimas del Pirineo, por ejemplo, son ‘volables’.
El aterrizaje en parapente es, debido a su pequeña velocidad, mucho más fácil que en ala delta o en planeador. Un buen piloto puede aterrizar fácilmente en un espacio de 15×30 metros, siempre y cuando no haya demasiados obstáculos alrededor.

La seguridad en parapente depende de la buena formación del piloto y de la adecuación del ala y de las condiciones meteorológicas a su nivel. Volar con una formación insuficiente, con un ala demasiado difícil, o en condiciones que te superen, puede ser muy peligroso.
Los accidentes en la escuela han sido prácticamente suprimidos en los últimos años gracias a la profesionalización de los instructores. Los vuelos en escuela, realizados bajo alas fáciles de pilotar y siempre en condiciones de aire en calma, conllevan un peligro mínimo. La calidad de la formación, y un cierto control de los pilotos recién salidos de la escuela gracias a un sistema de titulaciones, hacen que los accidentes entre los principiantes hayan disminuido en los últimos años a niveles realmente bajos, aunque la posibilidad de un accidente sigue, evidentemente, existiendo.
Otra cosa es el vuelo preferido por los pilotos de alto nivel y los competidores, en condiciones térmicas y turbulentas. El parapente no se comporta especialmente bien en estas condiciones y es necesaria mucha experiencia y pericia para controlar determinadas situaciones. Manteniendo siempre una altura prudente (100 metros o más) vamos a garantizar nuestra seguridad, pero volar abajo en estas condiciones puede ser realmente peligroso. Cada año aproximadamente un 2% de los competidores en activo sufren un accidente necesitando asistencia médica. Al igual que en otros deportes de riesgo, como el motociclismo o la escalada, el deportista elige el riesgo de que está dispuesto a correr.

Por el contrario, es mejor que no haga demasiado. Un viento de hasta 15 km/h nos ayuda a salir. Entre 15 y 30 km/h puede poner ciertos problemas a los principiantes, pero es posible todavía salir a volar sin problema. A partir de 30 km/h la salida se hace difícil, y cuando el viento supera la velocidad máxima del parapente (entre 35 y 55 Km/h según los modelos), es necesario pensar en aterrizar inmediatamente, pues el vuelo se puede volver realmente peligroso .
Es importante que el viento nos sople más o menos cara a la salida. Si nos sopla en la nuca, mal está, pues habrá que correr mucho para conseguir que el ala tenga suficiente velocidad para volar. Con más de 5 Km/h de viento de cola es casi imposible despegar.

En la escuela aprenderás a prever la llegada de frentes y tormentas, que pueden comportar cambios repentinos de viento tan fuertes que pueden llegar a hacerte perder el control del ala. Fuera de estas situaciones, los repentinos cambios de viento se perciben como turbulencias, que la estructura flexible del parapente absorbe sin problemas, fuera de alguna plegada ocasional.
Las plegadas, que son pérdidas de forma del ala provocadas por la turbulencia, pueden convertirse en peligrosas si no sabemos cómo controlar el parapente plegado. Por eso es imprescindible pasar por la escuela y hacer los primeros vuelos bajo la estricta vigilancia de un instructor, hasta conseguir suficiente experiencia en el pilotaje para poder enfrentarse solo a una situación de este tipo.
Por otra parte, una vez sepas cómo controlarlas, las juntas dejan de ser un problema. En los vuelos en condiciones turbulentas, como las que se encuentran a mediodía del verano, las plegadas son habituales, y los pilotos controlan perfectamente el parapente siempre y cuando mantengan la distancia de seguridad con la montaña (100 metros o más).

Al igual que los planeadores, las alas delta y los buitres, puedes ganar altura volando dentro de corrientes de aire ascendentes. Estas corrientes de aire pueden ser provocadas por el viento soplando contra una montaña y viéndose obligado a subir para superarla, o por burbujas de aire caliente que suben dentro de un aire ambiente más frío.

La temperatura desciende aproximadamente un grado cada 300 metros de altura. Esto, junto a una velocidad de vuelo de alrededor de 40 Km/h, hace que sea necesario abrigarse incluso en verano.

Sólo el aprendizaje necesita una cierta forma física, y tampoco demasiado. Si eres capaz de cargar una mochila de 10 kg y correr un poco, puedes volar en parapente.

Según la Federación Aérea Catalana los niños menores de 14 años no deberían volar, pues todavía no tienen la madurez necesaria para evaluar los riesgos y tomar decisiones con suficiente prudencia. Aparte de esto, hay parapentistas de todas las edades, incluso octogenarios.
El parapente es un deporte que no exige fuerza, y por tanto las mujeres lo practican en total igualdad de condiciones con los hombres. De hecho se suelen ver mujeres clasificadas en los primeros puestos en las competiciones internacionales, y dos mujeres han sido campeonas de Inglaterra y de Francia.
El peso y el tamaño tampoco son ningún problema. Las personas muy pequeñas (menos de 45 Kg) tendrán menos opciones a la hora de elegir un parapente, pues la mayor parte de los fabricantes no hacen, por cuestiones de mercado, tan pequeños parapentes. Las personas muy mayores (más de 110 Kg) tendrán que volar con un parapente biplaza.

Realmente no. La ley no lo exige. De todas formas es irresponsable volar sin un seguro de accidentes y de responsabilidad civil suficientemente bueno. Por eso es aconsejable tener siempre al día la licencia federativa. Y si piensas que es cara, párate a pensar qué pagas por el seguro obligatorio de accidentes de tu coche. Teniendo la licencia federativa, además, contribuyes a mantener la estructura federativa, dedicada a hacer progresar el deporte en todos sus aspectos.
Nota: ésta es la situación actual en Cataluña. En otros países puede ser distinto (y de hecho suele serlo).

Sólo hay una respuesta: ve a una escuela. Volar en parapente es muy fácil, pero hacerlo sin los conocimientos, supervisión y ayuda necesarias puede ser muy peligroso. Recuerda: la aeronáutica no es ninguna broma. Exige que la escuela esté reconocida por la federación de su país. Busca una escuela con un buen club detrás. Un club activo no es sólo garantía de una buena acogida una vez que hayas terminado tu curso. Además es indicador de una buena escuela, pues normalmente los clubs se han ido formando a partir de los alumnos que han salido de la escuela.